Una de las etapas más significativas en el desarrollo de la moda femenina, un período de especial elegancia, forjado gracias a la combinación de siluetas sencillas y la ostentación de los detalles. El estilo de la ropa femenina de los años 20 y 30 expresaba el amor bohemio por la literatura, la música y el arte.
Tipos
El aspecto clave del surgimiento del estilo de las décadas de 1920 y 1930 fue el intento de las mujeres de emanciparse: obtener los mismos derechos que los hombres. A partir de esto, su apariencia comenzó a adoptar rasgos y formas masculinas. Sin embargo, a pesar de ello, sus imágenes permanecieron indescriptiblemente femeninas y elegantes. La mayoría de los elementos de este estilo provienen del cine o de las imágenes de actores de cine. Además, debido al deseo de ser tan fuertes e independientes como los hombres, las mujeres comenzaron a permitirse mucho más. Esto condujo a cambios drásticos en el vestuario, la perspectiva sobre la ropa y la moda en general. El coraje y la igualdad son la principal propaganda de la época; las mujeres comenzaron a verse, por un lado, cómodas, un poco deformes y, por otro, más que sexys. Los rasgos característicos de la vestimenta de las décadas de 1920 y 1930 se pueden rastrear mejor a través del ejemplo de tres categorías:
- estilo gangster;
- ropa de fiesta;
- Opciones para todos los días.
En la moda de los años 20 y 30, los accesorios ocupaban un lugar destacado en el armario tanto de mujeres como de hombres. Sin embargo, se seleccionaban por separado para cada estilo y diferían enormemente entre sí.
Estilo gánster
Esta rama del estilo en la vestimenta de los años 20 y 30 surgió debido al deseo de los hombres estadounidenses de parecerse a estrellas de cine interpretando a gánsteres. La moda masculina era lo más clásica posible: trajes tradicionales, incluyendo chaquetas, pantalones clásicos de cintura alta y chalecos, complementados con camisas con cuello blanco y corbata. Sin embargo, su apariencia no estaba exenta de cierta pretensión, característica de la época. Los colores pastel en la ropa (trajes blancos o crema) o diversas variaciones de tonos oscuros apagados se consideraban especialmente elegantes para los hombres de los años 30. Los accesorios caros desempeñaron un papel importante: guantes de cuero, sombreros, pañuelos de seda de colores brillantes y apagados o corbatas. Estos detalles excesivos creaban una imagen de la vestimenta masculina de los gánsteres de cine impactantes, elegantes y con estilo de aquellos tiempos.
Los estilos masculinos se convirtieron básicamente en el principal prototipo del estilo de los años 20 y 30 en la vestimenta femenina. Incluso esa corbata tan llamativa era común en los armarios femeninos. Sin embargo, la ropa de estilo gánster no era solo para hombres. Las estrellas de cine populares de aquella época se permitían utilizar de forma extravagante pantalones o trajes masculinos en sus looks. Siguiendo esta moda, diseñadores, diseñadores de moda y mujeres comunes comenzaron a incorporar ecos de este estilo a su apariencia o a la de sus modelos. Hoy en día, se pueden encontrar características similares: las chicas suelen usar alguna prenda del vestuario masculino un par de tallas más grande, por ejemplo, una camisa, un suéter o una chaqueta.
Ropa de fiesta
Para fiestas, ir al teatro, al cine y a restaurantes, las mujeres siempre usaban un vestido recto por encima o justo debajo de las rodillas. Las características distintivas del estilo de la ropa femenina en los años 20 y 30 eran la abundancia de adornos, como:
- franja;
- flores artificiales;
- superposiciones;
- bordado;
- lentejuelas y cuentas;
- diamantes de imitación;
- formas inusuales;
- escotes profundos;
- sombreros.
Pero, por supuesto, la moda que se desarrolló en la Unión Soviética se quedó muy atrás de su antecesora estadounidense. Los estilos eran sueltos y extremadamente sencillos. La idea principal de la vestimenta en la década de 1930 era un intento de equiparar la imagen femenina con la masculina, por lo que los vestidos no enfatizaban el pecho ni la cintura, sino solo las caderas. La apertura, la libertad de movimiento, la simplicidad y, al mismo tiempo, la ostentación de los detalles estaban presentes en todo. Los vestidos bordados a mano eran especialmente apreciados, pero no todos podían permitírselos, así como la abundancia de joyas grandes e inusuales. La joyería era quizás lo único que demostraba la feminidad en los atuendos. Fue gracias al trenzado y al bordado que los atuendos femeninos de la década de 1930 adquirieron un toque personal, a pesar de que todas tenían casi los mismos estilos.
Los accesorios más populares en los años veinte eran las capas de piel y las joyas de perlas y diamantes; se usaban en pulseras, collares de perlas (que a menudo se llevaban varias a la vez) o collares. Por supuesto, la bisutería no era menos importante, ya que solo la burguesía podía permitirse joyas auténticas, y en combinación con la abundancia de detalles en los vestidos, incluso la joyería barata quedaba bien.
Opciones cotidianas
Fue entonces cuando apareció el famoso vestidito negro de Coco Chanel. La sencillez de su silueta y su color universal permitían llevarlo en cualquier situación: desde paseos o trabajo hasta cenas. La diferencia de estilo se conseguía únicamente gracias a los accesorios. Tanto en la ropa de noche como en la informal de los años 20 y 30, casi siempre se preferían las mangas cortas o los tirantes. Los vestidos holgados, independientemente de su corte, revelaban la feminidad de la figura. Para realzar este efecto, se solían usar cinturones finos y holgados, ceñidos a las caderas. Además, el uso de tejidos ligeros y fluidos que se ajustaban a la figura no permitía olvidar la verdadera feminidad de quienes los lucían.
La ropa informal de la década de 1930 se caracterizaba por formas sencillas y siluetas extremadamente rectas. Sin embargo, los looks eran increíblemente femeninos y elegantes. Las chaquetas combinadas con faldas ajustadas hasta la rodilla de tela gruesa o vestidos del mismo corte con mangas cortas eran perfectos para un paseo nocturno. Se podían añadir detalles con encaje, frunces y capas, pero el look seguía siendo bastante sobrio. La ropa femenina de las décadas de 1920 y 1930 enfatizaba los hombros, a menudo a través de las mangas. Aquí, de nuevo, se aprecia una clara referencia al tipo de figura masculina tradicional de hombros anchos y caderas estrechas.
En cuanto al calzado, sin duda se daba preferencia a los zapatos. Tenían punta redondeada y tacón medio de 5 a 8 cm. Normalmente, se usaban como adorno muchas tiras o una sola, pero no la habitual, por ejemplo, con lazo, cordón o cierre.
Los modelos más populares eran los de dos o tres colores. Dado que las formas eran bastante uniformes, la individualidad se les daba precisamente mediante el colorido y los patrones.
Peinados característicos
Los cortes de pelo cortos eran los más populares. Quienes llevaban el pelo largo lo recogían en peinados sencillos y elegantes, y al mirarlo daba la impresión de que lo llevaban corto. El cabello solía peinarse o sujetarse con mechones. Los bobs y los rizos grandes ocuparon su lugar, especialmente comunes en cabellos de 8 a 15 cm por encima de los hombros. El peinado más popular eran las ondas horizontales suaves. El estilo de los años treinta se caracterizaba por tocados específicos, como sombreros y diademas anchas, decorados de diversas maneras.
- piedras preciosas o artificiales;
- plumas;
- diamantes de imitación;
- pequeños velos.
Los sombreros y los tocados eran parte integral de la vestimenta en los años 20 y 30. Variaban mucho en su propósito: desde sombreros de fieltro de ala ancha que complementaban la vestimenta cotidiana hasta pequeños tocados de seda o satén que eran simplemente un adorno para un vestido de noche. Una parte integral de la imagen femenina era, por supuesto, el rostro, que era una especie de "ideal vampírico". Piel blanca, cejas oscuras y bien definidas, rímel negro, labios rojos o burdeos: bastante provocativos, pero sin exagerar. Se usaban sombras oscuras en el maquillaje, a menudo con efecto brillo, y en ocasiones los ojos se delineaban con sombras blancas para mayor contraste. Los peinados cortos, peinados hacia atrás o hacia un lado, prevalecían entre los hombres; esta moda siguió a los actores de cine. Casi nadie llevaba barba, pero a veces se veía un pequeño y cuidado bigote.
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